Hoy 29 de abril celebramos en toda la Unión Europea el día europeo de la solidaridad intergeneracional.
Y con este son 5 los años que lo celebramos desde que en 2009 así se decidiera.
La intergeneracionalidad es la forma de designar los esfuerzos y el trabajo en pro de conseguir una sociedad para todas las edades, donde nadie sea excluido por razones de edad pero donde todas las edades aporten para la construcción de una sociedad común.
Naciones Unidas reconoció, en las conclusiones de la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, celebrada en Madrid en 2002, «la necesidad de fortalecer la solidaridad entre las generaciones y las asociaciones intergeneracionales, teniendo presentes las necesidades particulares de los más mayores y los más jóvenes, y de alentar las relaciones solidarias entre generaciones» (Naciones Unidas, 2002: 4).
Con esto se refiere a una sociedad hecha para que personas de todas las edades (bebés, niños, adolescentes, jóvenes, adultos, personas mayores) puedan vivir en ella, pero también que esté pensada para todas ellas y en consecuencia sea capaz de responder a sus necesidades y procurar su bienestar y felicidad.
Por tanto una sociedad para todas las edades no sólo es un concepto, además es un ideal, una meta.
Pese a que algunos sitúan la raíz de la propuesta intergeneracional de las Naciones Unidas en la resolución de 1999 “Una sociedad para todas las edades”, la realidad es que el concepto hunde sus raíces un poco más atrás en el tiempo; apenas diez días antes de la presentación del mencionado marco conceptual había finalizado la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, celebrada en Copenhague del 6 al 12 de marzo de 1995.
En el capítulo IV, dedicado a la Integración Social, del informe final de esta Cumbre se indicaba lo siguiente: «El propósito de la integración social es la creación de una sociedad para todos, en la que cada persona, con sus propios derechos y responsabilidades, tenga una función activa que desempeñar. Una sociedad tan integrada como ésa debe basarse en el respeto de todos los derechos humanos y todas las libertades fundamentales, la diversidad cultural y religiosa, la justicia social y las necesidades especiales de los sectores vulnerables y desfavorecidos, la participación democrática y el imperio de la ley» (Naciones Unidas, 1995a: 66).
Por tanto, da la impresión de que la expresión “una sociedad para todos” dejó la puerta abierta para que se acuñase la de sociedad para todas las edades.
Pero algo sí parece estar claro; la clave del término inter-generacional está no tanto en lo generacional sino en el inter, en el «entre».
Y por supuesto la intergeneracionalidad forma parte de la propuesta que nos ofrece el envejecimiento activo.
En la historia de la humanidad, la convivencia de una forma generalizada de tres generaciones no había sido una realidad. Y mucho menos la coexistencia de cuatro generaciones de forma simultanea tal y como hoy ya podemos observar.
En un convulso momento de crisis como el que hoy estamos viviendo, no podemos esgrimir como argumentarlo cuestiones generacionales para enfrentar a jóvenes con mayores. No se puede decir cosas tan poco serias como que los jóvenes no tienen trabajo porque las personas mayores no abandonan su puesto. No se puede decir que el sistema de la seguridad social puede llegar a no ser sostenible por la estructura de edades de la sociedad en la que vivimos.
En definitiva no podemos hacer que un logro social que ha costado conseguir más de dos siglos ahora es un problema. Es verdad que la situación actual, y más que viviremos hasta mediados del siglo XXI en cuanto a población y consecuencias sociales va a ser complicada. Pero a situaciones excepcionales, soluciones excepcionales. Hemos no solo de vivir sino que hemos de convivir.
Hemos de aprender a jugar los roles que cada cual ha de desempeñar. Y para ello, aplicar los principios del envejecimiento activo nos puede ser de utilidad. Porque hemos de trabajar en las cuestiones de Salud, Participación, Seguridad y Aprendizaje a lo largo de la vida.
Este último concepto debemos de ser capaces de aplicarlo a nivel de sociedad. Aprender a lo largo de la vida a convivir con otras generaciones, a contribuir de forma conjunta a crear la sociedad donde hacemos el día a día.
Esto no ha hecho más que empezar. Es responsabilidad de todos, de toda nuestra generación ser capaces de gestionar lo que generaciones anteriores nos consiguieron, porque si no ¿Cuál será la contribución de nuestra generación a la sociedad futura?
Finalizo. Conciencia social y generacional, pero también conciencia individual.
Empieza por un pequeño gesto como puede ser el de dedicar en el día de hoy un poco de tiempo a estar con otra generación, la de tu aita o ama, la de tu hijo o hija.
Y si puedes, provoca que dos generaciones alternas, se acerquen hoy de una forma especial. Haz que tus hijos hablen, vean, visiten a sus aitites y a sus amamas.
Los pequeños gestos tienen mucho significado. Y por algún lado hay que empezar.
Este mes hemos celebrado el día mundial del beso, no creo que sea casualidad que dos días sean tan cercanos en el tiempo.
Feliz día de la intergeneracionalidad.